[ El amplificador George 50/50: mi Itaca personal ]


© Xavier Gispert. 2003

No sé que ocurrió el día que decidí comprar el amplificador George 50/50. Sólo sé que como consecuencia de esta decisión he tomado contacto con una afición que engancha y que puede proporcionar muchas satisfacciones, sobretodo si uno se sabe contener el "bolsillo" lo necesario. De pequeño tuve un tocadiscos cuyo amplificador, que llevaba integrado, funcionaba a válvulas. Recuerdo la calidez de su sonido de una manera muy especial, aunque el concepto de Alta Fidelidad en aquella época (1970) era todavía desconocido para mi. Siempre me ha gustado la música, aunque casi siempre la he escuchado a través de equipos sencillos. Durante muchos años nunca me había preocupado especialmente la Alta Fidelidad. Sin embargo desde hace medio año aproximadamente me ha entrado una afición repentina y como consecuencia de ello tengo ahora un equipo de música con un amplificador a válvulas. Este ha sido mi viaje audiófilo hasta llegar al George 50/50 con válvulas KT66.





Siempre me han gustado los productos que tienen algún "toque" especial y el George tenía por lo menos dos: era a válvulas, lo cual lo desmarcaba de la mayoría de los amplificadores que se venden en la actualidad, y estaba ensamblado de una manera artesanal, aspecto este que me producía la confianza de que se trataba de un producto cuidado. Me atraía también la idea de poder ir "personalizándolo" en el futuro. Quiero que el George me dure mucho tiempo y que vaya envejeciendo conmigo. En esta época actual en donde impera el hábito de "usar y tirar" tantas cosas, esta idea representa un verdadero desafío y todo un estilo de vida. Ahora que lo tengo puedo decir que no me pasa por la cabeza cambiarlo por otro amplificador mejor en el futuro. Es cierto que este tipo de electrónicas requieren una revisión periódica; las válvulas y otros componentes se van gastando debido a un natural proceso de deterioro. Pero no hay que preocuparse en exceso por ello pues, afortunadamente, esto hay que hacerlo después de muchas horas (años) de funcionamiento dependiendo del uso y/o abuso que hagamos del equipo. Además, estas revisiones son un buen momento para realizar en el George algunas modificaciones, añadiendo o cambiando algunos componentes que se puedan adaptar más a nuestras preferencias musicales siempre que técnicamente se puedan realizar. Esto es algo impensable en un amplificador de estado sólido y a mi me atrae mucho. Me interesa muy poco la innovación y en cambio valoro la posibilidad de evolucionar. A medida que pasa el tiempo he ido encontrando más razones que han justificado la compra de este amplificador. Considero que los elementos que menos transformaciones radicales sufren con el tiempo son el amplificador y las cajas y en cambio creo que que las fuentes digitales (CD, DVD-A, SACD), que son más susceptibles de cambiar siguiendo las pautas comerciales que marcan los fabricantes, requieren un desembolso más racional.

El camino recorrido desde que empecé a interesarme por la Alta Fidelidad hasta hoy, ha sido para mi un continuo aprendizaje. Como a todo el mundo, me cuesta ganar el dinero y cuando lo gasto quiero hacerlo con algo que cumpla con mis expectativas. Esto me obliga a ser muy mirado en lo que compro y fijarme más en lo que entra por el oído que lo que entra por la vista, sobretodo en esta afición. Sabía que un buen equipo de sonido me costaría dinero pero no quería caer en la contradicción de gastar mucho más en un equipo que me proporcionase una alta fidelidad musical sabiendo que el mejor sonido posible sólo lo podía proporcionar la asistencia a conciertos en directo y que a la larga me saldrían más económicos. No tenía nadie conocido que me pudiera asesorar. Yo trabajo en un canal temático de televisión en donde hay técnicos de sonido a quienes consulté algunos aspectos de audio, pero pronto me di cuenta de que el criterio musical que tiene un profesional del audio es muy distinto de alguien que como yo buscaba algo especial. Un profesional va a las cosas prácticas y que sabe que funcionan correctamente, raramente se preocupa de esta "excelencia" que buscamos los aficionados a la Alta Fidelidad.

Así pues, conecté mi PC, busqué en Google y escribí "amplificadores a válvulas". Empezaron a abrirse páginas y más páginas en el monitor de mi ordenador. Las fui consultando casi todas. Al poco tiempo me di cuenta de que necesitaba entender algunos conceptos técnicos básicos que me permitieran apreciar las diferencias y sutilezas entre los equipos que allí aparecían mencionados. Como ignoraba, y aún ignoro, muchos tecnicismos electrónicos decidí leer opiniones y artículos a través de Internet de la gente que me parecía que sabía sobre el tema, yo sólo podía aportar una buena dosis de sentido común. Observé que en este mundillo del audio habían los mismos "prejuicios" que yo ya había experimentado en el ámbito de la fotografía del cual provengo y que conocía bien (marcas divinizadas y/o entronizadas, precios altos con una relación calidad/precio muy descompensada, etc). Pensé: "esta música ya me suena" y me propuse no caer en los mismos errores que yo había cometido en el mundo de la fotografía y que ahora no vienen al caso exponer. Me puse en contacto con foros de electrónica que me fueron muy útiles. El siguiente paso fue contactar con foros de Alta Fidelidad, allí pude comprobar que había mucha más gente con las mismas inquietudes que yo y pensé que sería una buena manera de ir aprendiendo muchas cosas y pedir consejos. Supuestamente en estos foros no hay ningún ánimo de lucro por parte de quien da su opinión y todos los comentarios son bienintencionados aunque algunas veces cueste compartirlos.

Me di cuenta de la cantidad de fabricantes que habían en el mundo del audio y que yo desconocía. Pensé que no debía caer en la tentación de fijarme en ninguna marca en concreto y que lo mejor era explorar en lo posible lo que había en el mercado. Una idea tenía clara y que he seguido fielmente hasta ahora: lo importante no son las marcas, lo relevante era la tecnología aplicada en los equipos. Había que priorizar lo principal y no dejarse llevar por los aspectos contingentes: estética, posicionamiento de una marca en el sector, etc. Todos ellos son aspectos muy secundarios cuando se dispone de mucho dinero pero que hay que cuidar bastante cuando el presupuesto es más discreto.

Finalmente decidí comprar el George y fui a Amptek para tener un primer contacto. Como el George se hace bajo encargo, dispuse de cuatro meses para comprar el resto del equipo que necesitaba: fuente, cables y cajas, lo cual me llevó también un cierto tiempo de perfilar, puesto que también buscaba unos componentes que fueran bien con mi amplificador. Apliqué el mismo criterio que hice con el George: buscaría un conjunto de elementos que estuvieran bien concebidos para una electrónica a válvulas con la mejor relación calidad/precio que supiese encontrar, ¿os suena lo de la sinergia?.

Tardé unos pocos meses en decidirme en comprar mis cajas Klipchs, mi lector NAD 541i, unos cables de altavoz de JPS Labs y un cable de modulación Van den Hul. Durante unos meses tuve todo lo necesario para escuchar música menos lo principal: el George. Era un suplicio diario ver las pantallas, los cables, la fuente y esperar la llamada desde Amptek para decirme que pasara a recoger mi ampli. Era como un parto deseado que nunca llegaba... pero llegó.

Cuando recibí la llamada de Jorge Bueno diciéndome que ya lo tenía listo pero que todavía necesitaba un día más para verificar su correcta puesta a punto pensé: ¡POR FIN! Esto me dio la tranquilidad de saber que el amplificador que me iban a entregar tenía que pasar primero por un control de calidad que me garantizaba su perfecto funcionamiento. Después de cuatro meses ya no me importaba esperar un día más; al contrario, me dio una sensación de seriedad y profesionalidad que agradecí. Finalmente lo recogí ¡cómo pesaba el condenado! Lo cargué en mi coche en el asiento del acompañante y fui hasta mi casa conduciendo con cuidado, no quería sustos de última hora durante el desplazamiento.

Aunque tenía muchas ganas de empezar a probarlo me reprimí (tener que esperar cada día durante unos meses con casi todo el material a punto ayuda a aprender a autocontrolarse) porque todavía me faltaba comprar las conexiones de los cables de las cajas al amplificador dado que no conocía las dimensiones reales de los contactos de salida que tiene el George. Sin embargo, experimenté una grata sensación al verlo ya en el sitio que le tenía preparado.

Ultimados todos los detalles al día siguiente ya sólo quedaba poner en funcionamiento todo el nuevo equipo musical. Eran varios los elementos que se iban a estrenar de golpe: amplificador, lector de CD's, pantallas acústicas y cables. Cada uno de estos elementos había tenido su pequeña historia para conseguirlos, todos ellos iban a tener que pasar "la prueba del algodón" (léase buen funcionamiento). Conecté el reproductor de CD's, introduje un CD de jazz con una buena grabación (el mismo que había llevado en algunas tiendas para escuchar algunas cajas acústicas), puse en funcionamiento el calentador de válvulas del George (1 minuto de espera), conecté el interruptor de activación del amplificador, apreté Play... ¡¡¡Y SE HIZO LA MÚSICA!!!.

En aquel momento lo que menos me importaba era cómo sonaba, sólo quería que todo funcionara, fueron unos primeros segundos de emoción controlada. Superado satisfactoriamente este primer momento empecé a probar distintos estilos musicales. El comportamiento era "casi" perfecto para mi gusto; y digo "casi" porque las condiciones acústicas de mi habitación no son ni mucho menos las más ideales (habitación pequeña y paredes paralelas) lo cual me obliga a situarme más cerca de lo aconsejable a los altavoces para una óptima escucha sin que haya demasiado aire entre ellos y yo. Ya sé que esto no es hacerle justicia al nuevo equipo musical, pero en el futuro pienso cambiar esta situación y de momento no podía esperar. Aprecié una característica que me gustó mucho: la capacidad de pasar de una escena muy suave a otra de gran intensidad de una forma muy natural (creo que a esto se le llama dinámica). De hecho, tuve que acostumbrar mi oído a esta característica que todavía no había apreciado tan claramente en otros equipos. Por esta razón en algunos pasajes musicales tuve la sensación al principio de que algunos agudos se disparaban ligeramente. En este momento recordé un consejo de los muchos que había leído en los foros: un equipo nuevo necesita un tiempo de rodaje, y en el mío todos sus componentes lo eran. Decidí darle "caña" al George durante los primeros días y efectivamente empecé a notar como poco a poco el sonido se ha ido dulcificando. Es como si el equipo "detectara" los gustos musicales de su dueño y se adaptara a ellos.

Pasados los primeros días en que tuve todo el equipo bajo observación me propuse buscarle las pegas, no podía ser todo tan perfecto. Sólo pude encontrar una: los registros más graves no destacaban todo lo que a mi me gustaría. Atribuyo esta insuficiencia a una limitación de mis pantallas en esta región del espectro musical (52 Hz) lo cual me hace plantearme la posibilidad de comprar en un futuro un subwoofer que pondría la guinda al equipo. En cuanto a los registros medios y agudos son soberbios, las voces humanas son muy naturales y los agudos claros y detallados. Me llamó poderosamente la atención el silencio casi absoluto del ampli con el volumen al máximo y pegando la oreja a los altavoces (naturalmente sin un CD), esta característica me garantizaba que lo único que se escuchaba era el sonido de los instrumentos y el mejor silencio posible cuando así lo requería la pieza musical.

Ahora que tengo un amplificador singular me permito el lujo de ver los demás a una cierta distancia. Sé que no es el mejor, pero también sé que el mío es "otra cosa". Ya no tengo ganas ni quiero preocuparme de nada más que no sea disfrutar de la música, que al fin y al cabo considero que debería ser lo principal. Yo ya he encontrado mi piedra filosofal, lo cual no está reñido con que siga de cerca la evolución del sector musical para mejorar lo que sea mejorable. Mi contacto con el mundo de la Alta Fidelidad es parecido a un viaje iniciático a la búsqueda de una perfección que sé que nunca se conseguirá,pero que implica que actúe como si desconociera este fin inalcanzable.

¿Os gusta la poesía? Sugiero que leáis el poema "Itaca" de Constantin P. Cavafis si no lo habéis hecho ya. Allí se refleja de un manera mucho más poética las sensaciones que he experimentado en mi corto viaje a Itaca (léase Alta Fidelidad).

Xavier Gispert xavi.gispert@menta.net.





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